Liderarse a sí mismo y después generar el contexto adecuado para el desarrollo del equipo es una misión que un líder moderno debe encarar como meta principal, enfocándose en las personas más que en la tarea
El líder que hoy necesitan las organizaciones tiene una misión fundamental: Generar un ambiente propicio para que los miembros del equipo logren motivarse y explotar su potencial al máximo.
Quien desee liderar deberá, primero, poder liderarse a sí mismo –tal vez, la tarea más difícil–, dando el ejemplo y siendo el primero en todas las acciones que se pretendan.
En muchas oportunidades, el líder debe hacer un trabajo personal para poder constituirse en un inspirador, corriéndose del lugar de “dar órdenes” para buscar influir positivamente en su entorno. Constituirse en un líder-coach requiere concentrarse en las personas, en lugar de en las tareas y procesos, más propio del liderazgo tradicional.
¿Cuáles son las características de un líder-coach?
• Es un líder genuino, veraz, auténtico, de una sola cara.
• Se compromete y da lo mejor de sí.
• Acuerda y comparte el rumbo y los objetivos con los miembros del equipo.
• Desarrolla sus habilidades comunicacionales. Todos somos codificadores y decodificadores y la comunicación no es solo verbal, sino también textual, gestual y postural.
• Reconoce sus emociones y estados de ánimo. Vivimos permanentemente emocionándonos en distintos grados y es importante trabajar para poder enunciar las emociones, nombrándolas, dándoles entidad a partir del autoconocimiento, para poder después reconocerlas en los demás.
• Genera confianza en el equipo y entre sus integrantes, mostrando coherencia entre lo que piensa, dice y hace.
• Desarrolla habilidades que le permiten influir en los demás para alcanzar los objetivos.
• Evalúa su capacidad de liderazgo, conociendo su efectividad y flexibilidad.
• Motiva a los miembros del equipo y explotar su máximo potencial.
• Realiza un correcto seguimiento de las tareas así como da y recibe feedback. Hay que aprender a delegar y controlar, manteniendo un circuito de feedback formal y frecuente.
Si las decisiones se toman con la participación de todo el equipo, si se brinda autonomía delegando pero también controlando, si se brindan oportunidades de desarrollo, se conoce a las personas con las que se trabaja, se genera un buen ambiente de trabajo, se negocian los objetivos personales y grupales y se trabaja con políticas flexibles, es muy probable que el nivel de motivación del equipo sea más elevado.
Un buen liderazgo, en definitiva, produce un mejor ambiente de trabajo, mayor satisfacción laboral y, entonces, redunda en efectos positivos para las personas y para las empresas.
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