¡Unos por exceso y otros por defecto! Unos se quieren mucho y tienen un ego que supera todas las barreras. Son aquellos que creen que todo lo hacen bien y no ven más allá de su nariz.
Sin embargo, también te encuentras lastimosamente con otros que tienen carencias en la autoestima. Son los que se dejan llevar por los demás, los que siempre piensan que han actuado mal y deben disculpas a todo aquel que tiene por delante.
Tienen poco respeto y confianza hacia sí mismos y no muestran sus opiniones por temor a ser ninguneado. ¡Ya sabéis! Son aquellos que no saben decir no cuando hay que decir que no, porque algo de egoísmo si es bueno tenerlo.
Primero soy yo, y después son los demás. Sólo estando bien yo, y respetándome al máximo, puedo dar lo máximo hacia los demás.
Comparto un artículo de la psicóloga Patricia Ramírez publicado hace un tiempo en El Huffington Post y que titulaba No te pierdas el respeto a ti mismo.
“En el momento en el que te pierdes el respeto a ti mismo…
– te lo pierden los demás,
– te sientes mal contigo mismo,
– terminas por interiorizar que ese es el trato que te mereces,
– pierdes tu confianza y seguridad,
– sientas un precedente contigo y con los demás.
– te sientes mal contigo mismo,
– terminas por interiorizar que ese es el trato que te mereces,
– pierdes tu confianza y seguridad,
– sientas un precedente contigo y con los demás.
Conseguir que te respeten es un derecho y tienes que hacerlo valer. Una persona respetada se siente a gusto y cómoda en los grupos sociales con los que se relaciona. También piensa que sus opiniones son importantes y las emite sin miedo a la crítica ni al rechazo.
Es capaz de defenderse cuando identifica que le atacan, porque su dignidad es más importante que evitar un conflicto con alguien que se está pasando de la raya. Valora su bienestar y su paz interior, y ambas pasan por concebirse como una persona digna de respeto y del buen trato de los demás.
Una persona que se respeta vive en equilibrio, con su tiempo, sus obligaciones, su trabajo y su ocio.
¿Qué significa perderte el respeto?
El respeto te lo puedes perder por diferentes motivos.
Aquí tienes algunos ejemplos.
-Cuando sobrevaloras las necesidades de los demás e infravaloras las tuyas.
Aprende a decir que NO. Aprende a dar valor a tus hobbies y a tu tiempo, al fin y al cabo, ¿no es el rato en el que mejor te sientes?
-Cuando no te pones en el lugar que te corresponde y dejas que los demás abusen de ti y de tu tiempo.
Ponerte en tu sitio no tiene nada que ver con el orgullo y la soberbia. Ponerte en tu sitio significa informar a los demás que hay comentarios y situaciones que te sientan mal. Los otros deben conocerlos, por el simple hecho de que estar informados puede evitarlos la próxima vez.
Si no dices a la gente qué te molesta o qué puede ser humillante o ridículo para ti, los demás tampoco tienen por qué adivinarlo. Piensa que cada uno funciona y se comporta atendiendo a su escala de valores y no siempre tiene que coincidir con la tuya.
"Si no dices a la gente qué te molesta o qué puede ser humillante o ridículo para ti, los demás tampoco tienen por qué adivinarlo."
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Aunque tú la tengas muy clara. Recuerda, que los demás te traten mal, no es una opción.
-Cuando eres infiel a tu escala de valores.
La vida a veces te pone a prueba, desde esa cartera que te encuentras y que no es tuya, al cambio de más que te han dado en la cafetería.
Te sentirás muy mal contigo mismo y te arrepentirás, si no te comportas fiel a tu escala de valores. Si llevas toda la vida diciendo que no te quedarías con nada que no fuera tuyo, devuelve esa cartera y ese cambio. Ejemplos como este hay muchos.
Hay muchas cosas accesibles y momentos en la vida en los que si traspasamos el límite, igual otros no se enterarían nunca, pero ni un así es un motivo que lo justifique. Porque los que te valoran no son los demás, sino tú a ti mismo, y te lo aseguro, te dará remordimiento. Y si cuando cruzas tu escala de valores no te sientes mal, igual es que nunca la tuviste.
-Cuando justificas el maltrato de los demás.
No existe una sola excusa para aquellos que faltan el respeto a otros, mucho menos para los que ridiculizan. Ni el estrés que tengan en el trabajo, ni el que estén atravesando un momento duro en sus vidas, ni su personalidad descontrolada.
He oído muchas veces decir… “es que tiene un pronto muy feo, pero en el fondo es buena persona”. El que es buena persona lo es en el fondo y en la superficie, y se piensa muy mucho lo que va a decir antes de hacer daño a otros.
-Cuando crees que las personas que están por encima de ti jerárquicamente, tienen el derecho de permitirse ese lujo.
Ni tu jefe, ni tu padre, ni alguien que tú creas que está por encima, tiene derecho a tratarte mal. No es la jerarquía lo que les otorga poder faltar al respeto, sino la poca calidad como personas.
En el caso en el que te estés faltando el respeto a ti mismo sin que intervengan terceros, ¡PÁRATE!
Piensa en qué te estás equivocando, con qué no te sientes a gusto, qué te gustaría que fuera de otra manera. No te sigas sintiendo mal por lo ocurrido hasta ahora, simplemente invierte tiempo en planificar lo que deseas cambiar de ti…
¿Es la gestión de tu familia, de tu trabajo, de ti mismo? Sea lo que sea, seguro que es susceptible de cambio, y cuanto antes empieces, mejor.
No te lamentes por lo que has perdido o lo que has hecho de una forma que te avergüenza. Tú tienes valor a pesar de los errores y las “torpezas”, y te hace grande rectificar y volver al camino… al tuyo, porque cada uno tenemos el nuestro y nadie puede juzgar si es mejor o peor que el de los demás.
En el caso de que el motivo de “faltarte el respeto a ti mismo” sea el trato que recibes de otro y el que tú lo toleres… ¡párate también!
A pesar de que los procedentes son difíciles de modificar, nunca es tarde.
"A pesar de que los procedentes son difíciles de modificar, nunca es tarde."
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Sigue estas reglas sencillas:
-Decide si la persona que te está haciendo daño en tu vida merece seguir teniendo tu aprecio, tiempo o dedicación.
Si es alguien de quien puedes prescindir… ya estás tardando. No le debes ninguna explicación, simplemente sácalo de tu vida e ignóralo.
-Si es alguien muy importante para ti, alguien que merece otra oportunidad, aplica las siguientes reglas de comunicación.
-Dile claramente lo que te está haciendo daño, haciendo referencia a lo que dice o hace contigo.
Y añade, por favor, cómo te hace sentir y cómo desearías que te tratase. Y para finalizar, comenta cuáles serán las consecuencias si no cambia contigo.
Mira el ejemplo: “No me gusta que me levantes la voz, haces que me sienta ridícula y menospreciada. Me encantaría que pudiéramos hablar de lo que no estamos de acuerdo en un tono de voz conversacional. Así podría expresarme con naturalidad y sin miedo. Si no dejas de darme voces, tendré que cortar nuestra comunicación y eso nos separará en nuestra relación”.
-Acompaña lo que dices con el contacto ocular, con seguridad en tus palabras, pero con un tono y volumen de voz que no sean acusatorios.
Estás informando, no regañando. No ganas nada si te pones a su altura. Piensa que además estás actuando como ejemplo de lo que necesitas del otro. No se le puede pedir a alguien que deje de gritarte si tú le estás dando voces.
-Sé coherente con lo que le has dicho.
Si ves que te sigue gritando, sal de la habitación, o dile que vas a colgar el teléfono y que no retomarás la conversación hasta que no cambie en lo que le has pedido. No sigas repitiendo tu crítica y amenazando con que te vas si no lo haces, porque perderás todo el valor si no lo haces.
Hacerse respetar es parte del camino para valorarte y ser feliz. No pierdas la oportunidad.”
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