Desde hace cinco años los problemas económicos en mi país se han agravado, al punto de que los precios suben a diario y, dependiendo del método de pago que se utilice, las cosas pueden resultar más o menos costosas. Por suerte, existen las criptomonedas como Bitcoin, que usa la tecnología de Lightning Network para hacer transacciones con pequeños montos. A continuación, narraré cómo descubrí que podía convertirme en mi propio banco con ellas.
Mi nombre es Javy. Durante mi infancia, las cosas estaban muy bien económicamente por estos lados. Un profesional podía comprar una casa y un carro propio. Por su parte, un emprendedor podía hacer una pequeña fortuna si su esfuerzo y dedicación al trabajo eran suficientes. Luego, acontecimientos políticos que no mencionaré cambiaron toda la situación.
Al principio, comenzaron a faltar productos de primera necesidad en las tiendas, pero no le dimos mucha importancia. Luego volvieron a ser distribuidos, pero hubo que esperar nuestro turno entre un montón de personas para poder adquirirlos. Sin importar si llovía o había un sol inclemente, teníamos que formarnos unos detrás de otros. No hablaré de la delincuencia que se aprovechó de estas aglomeraciones para lucrarse con la necesidad de las personas. En ese entonces yo no sabía que Bitcoin existía.
En lo que va de año, ya no es muy frecuente ver largas filas de gente por todos lados. A diferencia de tiempos anteriores, esto se debe a que los productos poseen precios muy altos. El dinero acá se nos hace agua en las manos. De hecho, el sueldo mínimo mensual equivale a 2 dólares, y con este dinero apenas pueden comprarse dos o tres kilos de arroz.
Sin embargo, existe la posibilidad de adquirir algunas cosas a menor precio, siempre que la persona tenga en su poder dinero en efectivo. En una situación económica normal, tener efectivo no es un problema. No obstante, este hecho es el que me mueve a escribir estas líneas: en este país, el efectivo es extremadamente difícil de conseguir.
Los bancos sencillamente no dan efectivo a las personas porque no lo tienen en sus arcas, o al menos esa es la versión oficial. Ahora las filas de personas se realizan a la salida de las agencias bancarias para recibir solo un billete con el cual se alcanza a pagar el transporte público una o dos veces. A mí no me agrada utilizar el transporte público: la falta de agua en la ciudad hace que los pasajeros huelan muy mal a toda hora. Las fallas eléctricas, por su parte, inhabilitan el aire acondicionado de los subterráneos y… bueno, no me gusta utilizar el transporte público.
Los únicos afortunados que pueden recibir suficiente dinero en efectivo de los bancos son los pensionados, en algunas ocasiones. Por su parte, las personas que se dedican a la economía informal son quienes tienen la mayor cantidad de efectivo, el cual “venden” a un porcentaje muy alto.
Desde mediados del año pasado, conocí las criptomonedas, por uno de mis amigos de universidad. Comencé comprando bitcoins, debido a que el ritmo de crecimiento de su precio era muy prometedor y aprendí a ser un hodler. Tomé las ganancias obtenidas y las invertí en un negocio de estampado de tejidos, al que no le fue tan mal durante los primeros meses.
La caída del precio de bitcoin que inició en enero de este año fue un duro golpe para mis ahorros, pero aprendí a recuperarme. Sin embargo, no fue tan fácil con mi negocio de camisetas: los compradores solo están interesados en adquirir productos alimenticios y tendría que aumentar el precio de mi mercancía todos los días para poder obtener una verdadera ganancia.
Si aceptara pagos en moneda fíat proveniente de otro país, como dólares, tendría que utilizar una herramienta como PayPal, que además de exigir una tarjeta de crédito para poseer una cuenta, cobra un 5,4% más 0,30$ de comisión por cada venta realizada. Si quisiera vender una de mis franelas a un costo de 4 dólares, perdería 0,51 centavos. De igual manera, pasar ese dinero a la moneda local es muy difícil, ya que las páginas que permiten hacerlo también cobran una comisión alta.
Hace unas semanas, mientras realizaba una de mis excursiones para conseguir dinero en efectivo, escuché a un par de personas hablar sobre las criptomonedas. Este simple hecho disipó mis dudas sobre aceptar Bitcoin como método de pago para mis productos.
Luego de realizar una pequeña investigación en un diario en español sobre noticias del criptomundo, pude dar con algunos procesadores de pago que integran la tecnología de Lightning Network y permiten que las transacciones por algunos satoshis (la unidad mínima de Bitcoin) sean realizadas con éxito.
Tan sólo fue necesario añadir un plugin de WooCommerce a mi página web y listo, el servidor de BTCPay y los procesadores de pagos de código abierto permiten que reciba los bitcoins directamente en mi monedero. Actualmente estoy mostrando la comodidad de los procesadores de pago con bitcoins a otros comerciantes y ya he convencido a dos.
Pero, para utilizar Bitcoin y otras criptomonedas, no es imprescindible el uso de procesadores de pagos si eres un particular. De hecho, como ha habido un fuerte éxodo de personas de mi país a otras latitudes, el envío de remesas se complica, por los fuertes controles que hay sobre los bancos. Las personas que se encuentran en el exterior pueden enviar dinero a sus familiares, y estos lo reciben en sus carteras en un tiempo estimado de 30 minutos en el caso de Bitcoin, y a veces en menor tiempo con otras criptomonedas.
Para el momento en que necesiten utilizar la moneda fíat del país, se dirigen a un sitio web llamado LocalBitcoins, y en él pueden vender las criptomonedas a cambio de una comisión que varía, pero suele ser muy baja. Por el momento, dejaré la explicación hasta este punto, ya que debo salir a reunirme con personas que desean conocer el funcionamiento de las criptomonedas como una alternativa a la hiperinflación que se vive en el país. Espero que la descentralización que ofrecen las criptomonedas nos ayude a reconstruir nuestra economía. Cambio y fuera.
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