“La vida es la suma de nuestras decisiones” – Albert Camus.
Uno de los grandes obstáculos que enfrenté para decidir alejarme de mi empleo para convertirme en emprendedor fue el miedo. Miedo a aventurarme, miedo a ser señalado, miedo a fracasar. Y probablemente el más grande, el no tener la seguridad de que el día 15 iba a recibir un pago específico.
Terror de pensar que podían pasar meses e incluso años sin percibir un solo centavo.
Me sentía juzgado por el estereotipo de aquel tipo enfundado en un traje costoso a la vista y una corbata bien apretada que me decía que no iba a conseguir nada sin tener un MBA (suena más complejo e interesante en inglés) y un puesto alto en algún despacho de renombre.
Pienso en aquel señor, el cual trabajo durante años, tal vez décadas, para que ese despacho lleve su apellido; quien decidió algún día poner en marcha el proyecto de tener una firma en la que podía generar empleos mientras cerraba clientes en el hoyo 5 de algún campo de golf.
Ese despacho no existiría sin la constancia, disciplina y dedicación de aquel hombre que algún día soñó con tener una empresa exitosa. Digo algún día porque así comenzamos los emprendedores. Con el sueño de crecer nuestra empresa, nuestro bebé. Por lo general, a contracorriente.
Para lograrlo es necesario romper el paradigma y aventurarse antes de encontrar la perfección. Hay veces que nos gusta esperar a cerrar un ciclo, que nos promuevan; que pasen tres años más para poder aprender algo y después poner un negocio propio. A lo mejor también esperamos que las estrellas se alineen.
La carrera de la rata, diría Robert Kiyosaki. Correr y correr, sin llegar a ningún lado. Lo único que necesitas es tener convicción. La manera más sencilla es crear hábitos que faciliten cumplir tus objetivos.
Como empresario no se pueden tener todas las respuestas. Hay que buscarlas, inventarlas y si es necesario, reinventarlas. Tener hambre de conocimiento. Kiyosaki diría que un empleado es un especialista ávido de respuestas, mientras el empresario tiene que ser generalista. Conocer de todos los temas posibles aunque sea un poco.
Cualquiera, con algo de iniciativa, puede convertirse en emprendedor. Todo está en la mentalidad que adoptes. Ser emprendedor significa hacer que las cosas pasen.
Les comparto algunas lecciones que me dejó el libro Antes de renunciar a tu empleo de Robert Kiyosaki que me han sido de gran ayuda.
1. Un negocio exitoso se crea antes de que haya negocio
2. Descubre cómo convertir la mala suerte en buena suerte. Las personas aprenden de sus errores “cada vez más tonto y cada vez más rico”
3. Conoce la diferencia entre tu empleo y tu trabajo. Te pagan por un empleo, pero no te pagan por hacer tu trabajo.
4. El éxito revela tus fracasos. Fracasa lo más posible.
"El éxito revela tus fracasos. Fracasa lo más posible."
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5. El proceso es más importante que la meta. Confía en él. Éste determina en quién te conviertes al momento de alcanzar tus metas.
6. Las mejores respuestas están en tú corazón, no en tú cabeza. El éxito no se encuentra en el yo, sino en la misión. Tú misión inicia en tú médula, en tú alma, se siente en tú corazón y se expresa a través de tus acciones… no solo en tus palabras.
7. El alcance de la misión determina el producto. Desplomarse es bueno, si sobrevives.
8. Diseña un negocio que pueda hacer algo que ningún otro negocio pueda hacer.
9. No pelees por la oferta. Solo atrae a clientes tacaños. Demuestra lo que vale tú producto.
En conclusión, el negocio de tus sueños te está esperando. Si tienes la convicción lo vas a lograr. Aunque involucre más esfuerzo que el que pones en tú empleo. Así como lo bueno cuesta, al que trabaja le va bien. Si a Henry Ford le preguntas ¿Qué pasaría si perdieras toda tu fortuna? Él te contestaría: En menos de 5 años la tendría de vuelta.
No tengas miedo a fracasar, todos hemos fracasado. En los negocios existen dos resultados. O ganas, o aprendes. Pero nunca pierdes.
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