Cada dos semanas, jueves en la noche, tipo 10 p.m. en la calma de mi balcón, abro mi laptop un nuevo documento en Word, y frente a la pantalla en blanco empiezo a plasmar alguna de las ideas que tenía dando vueltas para esta columna de los sábados. Algunas veces llego a este momento en blanco y mi esposa me sugiere un par de ideas y me salva de estar mirando el techo hasta altas horas de la noche.
Sin embargo, hoy [jueves 14 de diciembre], lo único que está en mi cabeza es la crisis política que ha erupcionado de manera violenta dejando una nube negra que cubre todo el país. Una nube llena de sorpresa, confusión, incertidumbre y nerviosismo. El clima soleado de euforia y optimismo generado por nuestra clasificación al Mundial de Rusia desapareció abruptamente.
Miro mi pantalla en blanco tratando de encontrar algún tema relacionado al márketing, a la publicidad, al consumidor, a las marcas, y nada. Nada me parece relevante de compartir en medio de esta tormenta política. Busco a mi esposa con la esperanza de que me rescate de este bloqueo mental y, como era de esperarse, está cubierta por la misma nube volcánica emocional.
Regreso a mi teclado con la misión de elevarme por encima de la tensión nacional del momento, pero es imposible. Mi WhatsApp no para de recibir mensajes de todos mis amigos comentando las noticias y especulaciones minuto a minuto. Mi columna sigue esperando ansiosa su tema de márketing, pero nada.
En ese momento me pongo a pensar: ¿Qué hago mañana cuando llegue a la oficina? ¿Qué les digo a todos lo que me busquen con mirada preocupada y me pregunten, “y ahora”? ¿Los planes para el 2018 que nuestros clientes compartieron seguirán en pie?
Pensando en cuál será mi respuesta, el bloqueo mental desaparece. Solo hay una opción cuando nuestro país nos necesita. De la misma manera en que el pasado marzo ante el desastre de El Niño costero nos unimos como Una Sola Fuerza, es que ahora debemos superar este ‘huaico político’ manteniendo la calma, trabajando con la misma energía y enfrentando el futuro con optimismo. Es evidente que no podemos estar ciegos a los riesgos que esta coyuntura trae a nuestra democracia, pero como dice la frase: El Perú es más grande que sus problemas. Nuestra perseverancia, nuestro emprendimiento y nuestra autonomía han hecho que superemos muchas tormentas. Esta será una más.
En el momento más crítico nuestra selección de fútbol se enfrentó a la crisis de Paolo y, en lugar de sucumbir ante lo que representaba su ausencia a nivel anímico y futbolístico, el equipo se unió y juntos lo superaron. De pronto mi pantalla se empieza a mojar de una sorpresiva llovizna que empieza a caer. Como si Lima llorara ante la situación que nos arropa. Es en este momento en que debemos decirle a Lima, al Perú: “No llores, todo va a salir bien”. Hemos superado peores momentos. No bajemos la guardia. El Perú sale adelante siempre cuando cada uno, desde su esquina, y juntos hacemos país. Ahora mismo, sábado en la mañana, ¿a quién le importa el márketing? Por unos días no a muchos. Lo que nos debe importar es mirar al frente con optimismo, energía, convicción, y compromiso.
Todos juntos hacemos que el Perú sea más grande que sus problemas.
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