ROBERT KIYOSAKI
Padre rico me enseñó que, “Un negocio necesita tanto de una misión espiritual como de una misión empresarial para tener éxito, sobre todo al principio.”
Para padre rico, el aspecto más importante para el éxito de un negocio era su misión. Es por eso que puso a la “misión” en la base del triángulo B-I. Para él, la misión era la sangre vital de un negocio.
“Si la misión es clara y fuerte, el negocio va a capear las pruebas que todos los negocios atraviesan durante sus primeros años. Cuando una empresa se hace grande y olvida su misión, o si la misión ya no es necesaria, la empresa comienza a morir.”
El poder positivo del espíritu
Padre rico eligió ambas palabras “negocio” y “espiritual” a propósito. Para él, era imperativo que las personas estuvieran en el mundo de los negocios por más que solamente dinero. Estar en los negocio sólo por dinero no es una misión lo suficientemente fuerte. No proporciona fuego, impulso ni el deseo necesario para seguir adelante a lo largo del camino.
“La misión de una empresa debe llenar una necesidad de tus clientes”, decía padre rico. “Y si llena esa necesidad, y la llena bien, la empresa comenzará a ganar dinero.”
Padre rico utilizaba a Henry Ford como ejemplo de un empresario que fue impulsado por una misión espiritual primero y por una misión empresarial después. Ford quería que todos pudieran tener un automóvil. Es por eso que su misión fue “democratizar el automóvil.”
El resultado fue que Ford construyó un modelo de negocio basado en la eficiencia para bajar los costos para poder hacer que sus coches sean más accesibles. En el proceso perfeccionó la línea de montaje, y ganó un montón de dinero. Pero su misión espiritual condujo su misión empresarial.
El poder destructivo de los negocios usuales
Una misión espiritual no conduce muchas empresas. Y a veces, grandes empresas pierden su misión. En vez de estar continuamente impulsadas por su misión espiritual, comienzan a enfocarse en lo de siempre… hacer lo que hacen los demás y permitir que la rentabilidad conduzca la misión en lugar de al revés.
Por ejemplo, cuando Steve Jobs fue expulsado de Apple y un equipo de gestión del mundo corporativo tradicional lo reemplazó, la compañía fue cuesta abajo rápidamente.
Tan pronto como Jobs fue traído de vuelta a Apple, el espíritu de la compañía se recuperó, nuevos productos fueron llevados al mercado, la rentabilidad aumentó, y el precio de sus acciones voló.
Jobs entendió el poder de una misión espiritual en una empresa. Una de sus últimas declaraciones públicas fue esta:
“Está en el ADN de Apple que la tecnología por sí sola no es suficiente; es la tecnología casada con las artes liberales, casada con las humanidades, lo que produce los resultados que hacen que nuestros corazones canten.”
Para Jobs, crear productos tecnológicos no era suficiente. Sabía que Apple tenía que hacer a los corazones cantar.
La misión se siente, no se ve
La misión de una empresa es difícil de medir, imposible de ver, y para todos los efectos prácticos, un intangible. Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos experimentado los beneficios de las grandes misiones.
Todos podemos ver la diferencia entre alguien que sólo está tratando de vendernos algo por su comisión y alguien que está realmente tratando de ayudarnos.
A medida que el mundo se llena más y más de productos y servicios, las empresas que sobrevivan y les vaya bien económicamente serán las que se enfocaron en servir y satisfacer la misión espiritual de la compañía (las necesidades de sus clientes) y no las que sólo se enfocaron en aumentar los ingresos de la compañía.
Así que, la pregunta más valiosa de hoy es: ¿Cuál es tu misión?
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