Tu actitud hace vender
¿Cuántas veces nos hemos desesperado ante la actitud de ciertos empleados?
Son muchas las ocasiones en las que mientras realizamos nuestras compras o pedidos nos encontramos con empleados que muestran una actitud fría, desinteresada e incluso en algunas ocasiones ofensiva, hasta tal punto que nos muestran que les estamos molestando.
Ahora bien, si estamos al mando de una empresa lo que menos nos debe preocupar en estas situaciones sería el coste del sueldo de estos empleados, el verdadero problema radica en las posibles ventas que podríamos haber facturado y que no se fraguaron por culpa de este tipo de actitudes.
No debemos olvidar que los hábitos de los clientes, por muchas técnicas novedosas y medios virtuales, siguen manteniendo el mismo hábito de repetir en un comercio (electrónico o físico) siempre que obtengan un trato exquisito y una calidad en aquello que soliciten, acuden a la misma panadería, los mismos supermercados y las mismas tiendas de ropa.
Por lo que ello nos obliga a retirar de nuestro vocabulario laboral frases cortantes como “¿No ves que la estantería está vacía? No tengo” por ejemplo, y convertirlas en posibilidades y alternativas al cliente como “Disculpe caballero, no lo tengo ahora pero puede dejarme su teléfono y le llamaremos en cuanto dispongamos de stock”.
Este tipo de conductas no favorecen en absoluto las relaciones cliente-empresa y de seguro que no propiciaran ningún tipo de relación en el futuro. Sin embargo, muchos tienden a achacar su fracaso empresarial a la falta de demanda y de dinero, algo completamente erróneo que lo único que hace es colocar un tupido velo a la realidad más absoluta, la falta de trato con el cliente.
Un trabajador contento en su puesto de trabajo no consigue una venta, sino que esa venta la transforma en un cliente fiel y ese es el mayor tesoro que puede poseer nuestra empresa. La actitud positiva que poseen nuestros empleados seguramente radica en que se encuentran a gusto realizando su trabajo, porque conocen las técnicas y van superando sus objetivos.
La solución más rápida y fácil sería echarles la culpa a aquellos que no responden bien, despedirlos y contratar otros, sin embargo debemos saber que no todos cuentan con una formación de ventas básica y no saben adaptar esos conocimientos o habilidades a situaciones en las que se realicen ventas o gestiones con clientes.
La solución es averiguar de antemano el perfil de nuestros “futuros” empleados y proseguir su formación mediante cursos que les permitan desarrollar aún más sus cualidades.